“Adorad el amor del Padre, y del Hijo, quien ofreció tan alto por sus almas, y estuvieron contentos que vosotros debieseis ser rescatados a este precio”.

“El amor del Padre es, en esto, admirablemente evidente, quien tan vehementemente deseó nuestra salvación, que estuvo complacido en degradar al amado de su alma a un estado tan vil y despreciable, el cual fue, en este asunto, como deshacerlo en relación a su reputación; como el apóstol profundiza (Filipenses 2:7). [Es maravilloso] si dos personas están en diferencia, y el mayor, quien también es la persona agraviada, comienza a humillarse primero y dice “Tú me has ofendido, tu sangre no es capaz de reparar los daños que me has hecho. Sin embargo, tal es mi amor hacia ti, y mi voluntad de estar en paz contigo, que me desprenderé de lo que es más querido para mí en todo el mundo… Me humillaré a mí mismo, y al parecer, por así decirlo, olvidar tal infracción entre Yo y tú. “Dios amó tanto el mundo, que dio a su Hijo unigénito”.

“Y cuan asombroso es el amor de Cristo, que se humillara así para exaltarnos! ¡Oh!, esto es deslumbrante pensar, que Él debiera pasar por alto por una más excelente y noble especie de criaturas, rehusando la naturaleza angelical (Hebreos 2:16) para tomar carne; y no para tener solaz ni entretenimiento, ni experimentar sensaciones placenteras en su cuerpo; porque, como Él no las necesitaba, al estar en la fuente principal del más alto gozo, por lo cual esto no estuvo en su plan, más por el contrario, hacerse a Sí mismo capaz de soportar dolores, heridas y lágrimas. Esto fue, como lo expresa elegantemente el apóstol, en Hebreos 2:9: ‘para que probase sensiblemente el sabor en sí de la muerte, y cuan amargo son esos dolores y agonías’. Ahora, ¡Oh, que vuestros corazones sean impresionados y afectados con esa alta impresión del amor del Padre y del Hijo! Cómo es el coraje de algunos nobles romanos celebrados en la historia, por las valientes aventuras que ellos realizaron por sus comunidades; pero ellos nunca pudieron humillarse como Cristo lo hizo, siendo tan infinitamente humillado en su dignidad personal”.

(Traducido de  Works, Vol 1, p.1-82)

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