«Que el infinito y siempre bendito Jehová, en quien delante de Él todas las naciones son como nada y vanidad, se alegre en el arrepentimiento de un pecador gusano del polvo, parece a primera vista, extraño, y casi increíble. Pero por extraño o increíble que pueda parecer, es evidente, tanto por Sus declaraciones como por Su conducta, que es un hecho… no obstante es cierto, que Dios no se regocija en el arrepentimiento de los pecadores porque puede añadir algo a Su esencial felicidad o gloria; porque Él ya es infinitamente glorioso y feliz, y así continuaría aunque todos los hombres en la tierra y todos los ángeles en el cielo se precipitaran alocadamente al infierno. ¿Hay algún beneficio para el Todopoderoso en que tú seas justificado, o es de alguna ganancia para Él que tú hagas perfectos tus caminos? No, nuestra bondad no se extiende hacia Él y cuando hayamos hecho todo, no somos más que siervos inútiles. ¿Por qué entonces Dios se goza cuando nos arrepentimos? Él se alegra:

1.     Debido a sus propósitos eternos de gracia, y Sus compromisos para con Su Hijo, sean entonces cumplidos. Aprendemos de las Escrituras, que todo aquel que se arrepiente, fue escogido por Él en Cristo Jesús antes de la fundación del mundo, y le fue dado a Él como Su pueblo en el pacto de redención. También aprendemos, que Él ha dicho a Su Hijo, «Tu pueblo se ofrecerá voluntariamente en el día de Tu poder». Por lo tanto, Él se regocija de verlos arrepentirse, como cuando nos regocijamos cuando nuestras promesas son realizadas y nuestros propósitos favoritos son cumplidos.

2.     Dios se regocija cuando los pecadores se arrepienten, porque traerlos al arrepentimiento es Su propia obra. Es una consecuencia del regalo de Su Hijo, y es efectuado por el poder del Espíritu Santo. Las Escrituras nos informan, que Él se goza en todas Sus obras y con razón, Él se regocija en ellas; porque todas ellas son buenas. Pero si Él se regocija en Sus otras obras, cuanto más se regocijaría en esta, puesto que, de todas sus obras esta es la más grande, la más gloriosa y la más digna de Sí mismo. En esta obra, la imagen de Satán es borrada y la imagen de Dios es restaurada a un alma inmortal. En esta obra, un hijo de ira es transformado en un heredero de gloria. En esta obra, un tizón humeante es arrancado del fuego eterno, y plantado entre las estrellas en el firmamento del cielo, para ahí brillar con creciente brillo por los siglos de los siglos. Y ¿no es esto una obra digna de Dios, una obra en la cual Dios pueda regocijarse con propiedad?

3.     Dios se regocija en el arrepentimiento de los pecadores, porque le da la oportunidad de ejercer misericordia y mostrar Su amor hacia Cristo, al perdonarlos por Su causa. Cristo es Su Hijo amado en quien siempre está complacido. Él lo ama como a sí mismo, con amor infinito; un amor que es tan inconcebible por nosotros, como Su poder creativo y duración eterna. Él lo ama no solo por la relación tan cercana y la unión inseparable que subsiste entre ellos, sino por la perfecta santidad y la excelencia de Su carácter y especialmente por la infinita benevolencia con la cual demostró en la realización y el cumplimiento de la labor extraordinaria de la redención del hombre. Cómo es la naturaleza del amor que se manifestó en hechos de amabilidad hacia el objeto amado, Dios no puede dejar de desear demostrar su amor por Cristo y demostrar a todos los seres inteligentes cuán perfectamente Él se complace con Su carácter y conducta, como Mediador. La fuente inagotable de amor a Cristo, el cual llena su corazón, está constantemente buscando nuevos canales en los cuales pueda fluir y demostrarse a las criaturas. Como David preguntó, «¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?» así podemos concebir de Dios como preguntando, «¿Hay aún algún pecador penitente, a quien Yo pueda mostrar misericordia por amor a Cristo? Y cuando un pecador es encontrado, Dios no deja de ser complaciente, porque eso le da la oportunidad de demostrar Su amor por Cristo, otorgando perdón de respeto para Su expiación e intercesión…

4.     Dios se alegra cuando un pecador se arrepiente, porque le gratifica verlos escapar de la tiranía y de las consecuencias del pecado. Dios es luz; santidad perfecta. Dios es amor; benevolencia pura. Ambos, Su santidad y Su benevolencia lo mueven a regocijarse cuando los pecadores escapan del pecado. El pecado es esa cosa abominable que Él odia. Él lo odia como una cosa mala o maligna y como algo amargo y destructible. Es en efecto ambos. Es la plaga, la lepra, la muerte de las criaturas inteligentes. Contamina y envenena toda sus facultades; las sumerge en lo más profundo de la culpa y la miseria y los contamina con una mancha, la cual ni todas las aguas del océano pueden lavar, ni todos los fuegos del infierno pueden remover; de las cuales nada las puede limpiar, sino la sangre de Cristo.»

Por Edward Payson (Obras Completas, Vol. 3, p. 235-241)

Traducido: Mariela Hernández Juárez

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