“¡Levántate! Sé nuestra ayuda, y redímenos por amor de tu misericordia.”

“No fue primeramente o principalmente para sí mismo que el salmista hace esta oración; Fue para que el carácter de Dios sea conocido, o que pueda ser visto que Él es un Ser misericordioso. La manifestación apropiada del carácter divino, mostrando lo que Dios es, es en sí mismo de mayor importancia que nuestra salvación personal, porque el bienestar del universo depende de eso; y la más alta esperanza la cual podemos tener, como pecadores, cuando venimos ante Él, es que Él se glorificare a Sí mismo en Su misericordia. A eso podemos apelar, y en eso podemos confiar. Cuando eso en instado como un argumento para nuestra salvación, y cuando eso es la base de nuestra confianza, podemos estar seguros de que Él está listo para oír y salvarnos… Desde el comienzo del mundo, desde el tiempo en que el hombre apostató de Dios, a través de todas las dispensaciones, y en todas las edades y lugares la única esperanza del hombre para salvación ha sido el hechos de que Dios es un Ser misericordioso; el único lugar en el que podemos apelar a Él exitosamente ha sido, es, y será, que Su propio nombre sea glorificado y honrado en la salvación de arruinados y perdidos pecadores, en la muestra de Su misericordia.”

(BN, Salmos, Vol.2, p25-26)

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