“Nuestro Redentor fue nacido bajo la ley, aunque Él sea el Señor de todos, y el Legislador para con Sus criaturas racionales. El hombre rebelde se ha sacudido el yugo de su obediencia, y por lo tanto Cristo puso su cuello bajo éste. Él se sometió a si mismo a la ley ceremonial, padeciendo el doloroso proceso de la circuncisión al octavo día después de su nacimiento, como se había ordenado; a la ley civil, al pago de tributos, etc.; y a la ley moral obedeciendo los preceptos concernientes a ella, y sufriendo la sanción penal de ésta, la cual fue añadida en caso que el hombre transgrediera, en cuyo lugar Él se puso a Sí mismo.

1. Él se sometió a la parte preceptiva de la ley como un pacto de obras, el cual el hombre había roto: y Él lo cumplió, de manera que Él estuvo sujeto incluso a José, Su supuesto padre, y a María Su madre, según la carne (Lucas 2:51), más aún, a todos los diferentes aspectos de la misma, en cumplimiento de toda justicia (Mateo 3:15). Por esto Su obediencia a la ley fue magnificada y hecha honorable, y consiguió su total cumplimiento con respecto a la obediencia activa, la cual nunca podría haber sido obtenida por los hombres, aunque todas las piezas de obediencia de ellos hubieran sido acumuladas en una sola suma.   

2. Él se sometió a la amenazante o penal sanción de la ley.  Aunque no hubo engaño en Su boca, y Él no debía nada a la ley. Como siendo el gran legislador, sin embargo, como el representante de los pecadores, la ley Le tomo por el cuello, diciendo: “Págame lo que debes”.  La amenaza fue promulgada, y Él respondió a cada ápice, llevando esa muerte en Su alma y cuerpo, la cual había lanzado su  amenaza a causa del pecado. Y así Él tomó la deuda de los pecadores elegidos, y la pagó hasta el último centavo. Oh maravillosa condescendencia en el Señor y Legislador,  rendir obediencia a Su propia ley, que fue hecha para criaturas, en todas sus demandas, los más rigurosos no exceptuados! Oh bendito Representante, quien ha pagado toda la deuda de los hombres en ruina.
(Obras, Volumen 1, p.492-493)

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