“El apóstol dice que el Unigénito es “lleno de gracia y verdad.”  Él no vino a hablarnos acerca de la gracia, sino que vino a traernos gracia.  Él no está lleno de noticias de gracia y verdad,  sino de gracia y verdad en sí mismos. Otros han sido mensajeros de buenas nuevas de gracia, pero Él vino a traernos gracia.  Otros nos enseñaban la verdad, pero Jesús es la verdad.  Él es esa gracia y verdad de la que otros hablaban.  Jesús no es un simple maestro, un exhortador, un obrero de gracia y verdad; sino que estas cosas celestiales están en Él. Él esta lleno de ellas. Quiero que noten esto. Esto levanta una gran diferencia entre Cristo y los demás: ustedes van a escuchar a otros hablar sobre gracia y verdad, pero tienen que ir a Cristo para verlos.  Puede haber, y hay, gracia en otros hombres; pero no como la hay en Cristo; ellos la tienen como agua que fluye a través de un canal, pero Él la tiene como agua de su fuente y origen.”  (El Tabernáculo Metropolitano, Vol. 31, pp. 532)

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