Edward Payson escribe:¿Es cierto que a nuestra raza pecaminosa le es nacido un niño, a quien le pertenecen todos los títulos maravillosos mencionados en nuestro texto, y a quien la salvación y el gobierno del mundo le es comprometido? Es cierto, amigos míos, y esto ha llegado a ser motivo de gozo y de conmemoración de este importantísimo evento con las más vívidas emociones de gratitud y alabanza. Pues en este ofrecimiento, la humanidad completa fue llamada a unirse a este regalo que es para toda la raza humana, y para que todo pueblo, nación y lengua pueda clamar, Que un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite.’ Y el cántico que comenzó en una parte de la Tierra al clarear el día, deberá ser replicado alrededor del mundo así como el mismo día esclarece sucesivamente en sus diferentes climas.” (Hechos, Vol.3, p.70)

Thomas Boston escribe: “¡Qué inexplicable estupidez  hay en el hombre al no considerar, admirar, y dejarse consumir en contemplación de este milagro, y no estar en el más profundo amor con este milagroso personaje que les ha sido dado! ¡Oh! ¿No hemos sido todos indiferentes e inmóviles espectadores de este milagro? ¿Cuántos jamás han dedicado un par de minutos a considerarlo y a admirarlo a Él? ¿No habéis contemplado y admirado más que a la más grande de las obras de Dios? ¿No habéis estado más profundamente enamorado de alguien o algo por sus sombrías excelencias, que de esta persona milagrosa? Cesemos de maravillarnos por la obstinación de los judíos en no llegar a creer por ninguno de Sus prodigios, porque uno más grande que todos ellos está aquí para ser visto, Su misma milagrosa persona, y aún con todo no hemos llegado a creer.” (Hechos, Vol. 10, p.217)

Nuevamente Thomas Boston escribe: “‘¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo en la Tierra’ (Salmos 73:25). Su igual no puede ser hallado entre todas las categorías de seres creados. Entre todas las criaturas, nadie como Él puede ser encontrado, aun considerando todas las excelencias de ellas:

(1) ¿Qué son los hombres para este milagro de hombres (Cristo)? Pues los grandes hombres son despreciables; los sabios, tontos; y la bondad de los hombres buenos desaparece en comparación con la de Él.

(2) Considera a los demonios en su conocimiento y poder, las únicas excelencias que aún permanecen con ellos, pero su conocimiento no es más que ignorancia comparada con la de Él (Apocalipsis 5:3,5); y su poder no es más que debilidad. Él puede atarlos tan fácilmente como un gigante a un niño.

(3) ¿Qué son los santos glorificados sino muchas estrellas brillantes que resplandecen con Su luz prestada, maravillas de Su misericordia y monumentos de Su libre amor (Apocalipsis 4:10)?

(4) ¿Qué son los ángeles que nunca pecaron? Todos ellos son Sus siervos (Hebreos 1:14) para alabanza de Él (v.6). Él es el hijo de casa y ellos son sus siervos. Él es el Señor de los ángeles. Moisés no se conformó con la oferta de ser acompañado por un ángel, sino que lo pediría a Él en persona: ‘Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.’ – Éxodo 33:15” (Hechos, Vol. 10, p.218).

John Newton escribe: “¡Tal es el carácter del Mesías! ¡Este es el Dios al cual adoramos, nuestro Todopoderoso e Inmutable Amigo! Su grandeza y bondad, Su gloria y Su gracia, que una vez conocida restaura el corazón, le hace dejar todo lo errante y lo llena con admiración, gratitud y deseo.” (Hechos, Vol.4, p.112).

Traducido por José de la Fuente

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