Charles Spurgeon escribe: «Cristo luego de ser resucitado de entre los muertos, ascendió a la Gloria, para permanecer constantemente en cercania con Dios, donde el gozo está en plenitud por siempre:  La visión de esto le instó a seguir con Su gloriosa pero penosa tarea.» (Tesoro de David, Vol 1, pag. 197)

Stephen Charnock escribe: «Esta es una parte del gozo del alma de Cristo; Él ahora tiene la plenitud del gozo, una delicia satisfactoria en lugar de una tristeza abrumadora; una ‘plenitud de gozo’ en la presencia de Su Padre, no sólo algunas chispas y gotas que tuvo de vez en cuando en Su condición degradada.  Su alma alimentada y nutrida con una visión permanente de Dios, en cuyo rostro Él ya no contempla un ceño fruncido, tampoco planes de tratarlo como a un sirviente, sino una sonrisa que le dará una sucesión perpetua de gozo, y llena Su alma con frescas y puras llamas de amor. Placeres que son, agradables en comparación con las alegrías de esta vida que terminan siendo angustia y horror. Su alma tiene alegrías sin mixturas, innumerables placeres, una plenitud sin falta, constancia sin interrupción, perpetuidad sin fin.» (Tesoro de David, Vol. 1 Pag. 209)

Jonathan Edwards escribe: «Cristo desde la eternidad está en el seno del Padre como el objeto de Su infinita complacencia.  En Él esta la felicidad eterna del Padre.  Antes que el mundo fuera, Él estaba con El Padre, gozando de Su infinito amor; y tenía un infinito deleite y felicidad en este gozo; como lo declara de sí mismo en Proverbios 8:30: “Con él estaba yo ordenándolo todo, Y era Su delicia de día en día, teniendo solaz delante de Él en todo tiempo.” (RVR1960)  Y cuando Cristo ascendió al Padre luego de Su pasión, fue a Él para disfrutar de la misma gloria y bienaventuranza en el gozo de Su amor… El amor que el Padre tiene por Su Hijo es grande en verdad:  la Deidad hace que total y completamente fluya una corriente de amor a Cristo; y la alegría y el placer de Cristo es proporcionalmente grande.  Esta es la corriente de las delicias de Cristo, el río de Su infinito placer.” (Works, Vol.2, pp 29)

Traducido por Marisol Bustamante