David Clarkson escribe, «Por medio de esto, el amor de Dios aparece en su más alta exaltación, que cuando más distantes estábamos de ser buenos o justos, cuando éramos pecadores, cuando éramos inútiles e impotentes, cuando éramos repugnantes y dignos de ser aborrecidos, cuando éramos enemigos y aborrecedores de Dios, cuando no había nada en nosotros que pudiera mover en lo más mínimo a alguien a amarnos, cuando estábamos lleno de aquello que podría obligarlo a Él a expresar su aborrecimiento e indignación contra nosotros, fue entonces cuando Él se dignó a manifestar la más alta expresión de amor, y Él entregó a Su Hijo, para que Cristo se expusiera a Sí Mismo a la muerte por nosotros. Fue aquí cuando la grandeza y la gratuidad de Su amor aparecieron, para maravilla y asombro de todos los que debidamente lo consideran.» (Hechos, Vol.3, p.64-65)
Martyn Lloyd Jones escribe, «Resumamos ahora el argumento completo de los versículos 6 al 9. El argumento del Apóstol es que no hay nada en nosotros que pueda defendernos, nada en lo absoluto. ¿Por qué vino Cristo al mundo? ¿Fue en respuesta a alguna petición de parte de la humanidad? ¡En lo absoluto! ¿Fue en respuesta a algo bueno que había en el hombre? ¿Fue porque aún permanecía algo de la chispa divina en el hombre o algunas manifestaciones de ella en él? ¡De ninguna manera! No había nada en la humanidad que la defendiera delante de Dios, nada en la naturaleza humana ni nada en ninguno de nosotros que fuese capaz de defendernos en modo alguno delante de Dios y Su Amor. Más bien, la verdad acerca de nosotros era, y es, que todo lo que había en nosotros era malo, vil y aborrecible, todo calculado para ser antagonistas de Dios – siendo enemigos, aborrecibles, viles, impíos, pecadores tal cual éramos. Por eso, debemos darnos cuenta de que nuestra salvación es completamente gratuita, y surge única y exclusivamente del amor de Dios en Su infinita gracia. Ése es el argumento del Apóstol.» (Romanos, Ch.5, p.124)
Traducido por José de La Fuente