John Newton escribe: «Otro de sus nombres es Consejero.» Los grandes concilios de redención, donde se ajusta cada asunto con respecto a la gloria de Dios y la salvación de los pecadores, se establecieron con Él y en Él, antes de la fundación el mundo. Y Él es nuestro Consejero o Abogado para con el Padre, que ruega por nuestra causa, y gestiona todos nuestros asuntos en perfecta justicia, y con un éxito infalible; de modo que las peticiones no pueden fallar las cuales Él se complace en resolver. Para Él igualmente debemos solicitar (y no debemos solicitar en vano) sabiduría y dirección. En todo lo que pertenece a nuestro deber y el honor de nuestra profesión en la vida presente. En todas nuestras dificultades, peligros, y preocupaciones tenemos que dirigirnos a Él en busca de orientación y apoyo. Esto significa ser sabio para la salvación.

Edward Payson escribe: “Él es un consejero, con respecto a ambos para Dios y para el hombre. En el primer caso, Él es el consejero con respecto a Dios. A Él se le conoce como la palabra y sabiduría de Dios; y con Él el Padre toma dulce consejo acerca de toda su obra… En el segundo caso, Cristo es consejero con respecto al hombre. Él es el gran Maestro, Guía y Consejero de su pueblo; la luz del mundo, el Sol de Justicia. “Él que cree en mí”, dijo, “no caminará en oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida, porque yo traeré a los ciegos por un camino que no saben; les haré andar por sendas que no habían conocido; cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura, delante de ellos; estas cosas les haré, y no los desampararé. (Obras, Vol.3, p. 65)

Traducido por Lidia Vasquez

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