Una lectura superficial de las Escrituras revelará que no solo es importante que creamos y confesemos lo que está escrito, sino que también lo “practiquemos” o “lo hagamos”. Esto es cierto con respecto a nuestra conducta ética o moral, así como en la forma en que hacemos el ministerio. Hemos sido llamados a promover la verdad de las Escrituras en todo el mundo, pero debemos hacerlo de acuerdo con las Escrituras. Somos mayordomos de la verdad de Dios y no inventores de ella. Asimismo, se han dado órdenes específicas con respecto a cómo debemos promover la verdad y, por lo tanto, no tenemos necesidad de innovar, idear o inventar un nuevo plan. De los diversos textos que consideraremos en este capítulo, aprenderemos que la sumisión, no la innovación, ¡es la necesidad del día!

 El gran error

«De ninguna manera haréis lo que hacemos aquí hoy, que cada cual hace lo que le parece bien a sus propios ojos».

 – Deuteronomio 12: 8

“En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que a sus ojos le parecía bien».

 – Jueces 17: 6;  21:25

El peregrinaje en el desierto  de Israel y el tiempo de los Jueces representan dos de las escenas más trágicas de la historia de Israel. Aunque cada uno es distinto en sus circunstancias, un hilo común las une. En ambos casos, el pueblo de Dios había dejado de lado la revelación de Su voluntad y estaba funcionando de acuerdo con lo que parecía correcto a sus propios ojos.

En Deuteronomio 12:8, Moisés instruye al pueblo que una vez que entren en la tierra prometida, se requeriría un cambio. En el contexto inmediato, la frase «haciendo lo que le parece bien a sus propios ojos» se refiere a la laxitud con la que habían seguido los preceptos de Dios, especialmente con respecto al servicio del tabernáculo y sus ofrendas. Su presente desprecio por la voluntad de Dios y su actitud indiferente hacia sus preceptos  no más serían tolerados, sino que debían dar camino a una estricta adhesión a la voluntad revelada de Dios.  Aquí aprendemos una lección simple pero fundamental.  Dios no solo pide nuestra adoración y servicio, sino que también requiere que adoremos y sirvamos de la manera que Él ha prescrito.

En Jueces 17: 6 y 21:25, el autor describe con un solo trazo de pluma, la causa principal de todas las enfermedades que habían sobrevenido a Israel durante ese tiempo: “En aquellos días no había rey en Israel;  cada uno hacía lo que la sus ojos le parecía bien». La primera frase del versículo a menudo se pasa por alto, pero es clave para comprender el conjunto.  El rey de Israel sería designado por Dios y gobernaría de acuerdo con la voluntad revelada de Dios.[1] Así, durante el tiempo de los Jueces, el pueblo hizo «lo que era recto en su propia opinión» debido a la ausencia de autoridad divina y una ignorancia de la voluntad revelada de Dios.

Desde el momento de la formación de Israel como nación, hasta el exilio y finalmente hasta la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., el gran «pecado de pecados» de Israel fue «hacer lo que le parecía correcto» en lugar de simplemente seguir las directivas divinas  puestas delante de ellos en la Ley y los Profetas. Hasta cierto punto, este mismo pecado azota a la iglesia hoy. Siempre que la voluntad de Dios, revelada a través de las inspiradas Escrituras, es olvidada, distorsionada o reemplazada por la sabiduría del hombre, el resultado es siempre el mismo: herejía, pecado, impotencia, caos y juicio. Es por esta razón que Dios declaró a través del profeta Oseas: “Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento. Por cuanto tú has rechazado el conocimiento , yo también te rechazaré para que no seas mi sacerdote. ”[2] La nación de Israel fue rechazada de ser el representante y siervo de Dios en la tierra porque había despreciado la revelación de Su voluntad que es expuesta a través de la palabra.  La iglesia en general y el cristiano individual de hoy deben tener cuidado de no cometer el mismo error.

 En Proverbios 29:18, las Escrituras advierten: «Donde no hay visión, el pueblo se desenfrena , pero bienaventurado es el que guarda la ley». Con demasiada frecuencia, esta máxima bíblica se ha sacado de contexto y se ha utilizado para promover alguna visión del pastor o para motivar a la iglesia a hacer «grandes cosas». Sin embargo, el significado de la palabra «visión» en la primera frase se aclara con la palabra «ley» en la segunda.  El verdadero significado del proverbio es: «Donde no hay ley o revelación de la voluntad de Dios, la gente corre sin restricciones». O, en palabras del autor de Jueces, la gente «hace lo que es recto a sus propios ojos».

Todo en la vida y el ministerio cristianos depende de nuestro reconocimiento genuino de la necedad e impotencia de la sabiduría humana y de nuestra dependencia absoluta de la voluntad y el poder de Dios. El gran mensaje para la iglesia y sus ministros es que no debemos intentar hacer crecer la iglesia o promover la causa de la Gran Comisión a través de la sabiduría, el ingenio o la astucia humana, sino a través del estricto apego a lo que está escrito en las Escrituras. No solo debemos “aferrarnos” a la doctrina bíblica, sino que también debemos “aferrarnos” a una metodología bíblica. Es una verdad comúnmente aceptada que el fin no justifica los medios. Esto es especialmente cierto con respecto al ministerio y la Gran Comisión. No solo debemos tener un fin o una meta bíblica (es decir, hacer discípulos), sino que también debemos emplear los medios bíblicos para alcanzar esa meta. En nuestro deseo de cumplir con la Gran Comisión, debemos emplear solo aquellas estrategias y metodologías que están claramente establecidas en las Escrituras. ¡Cuanto más nos desviamos del estándar bíblico y confiamos en nuestro propio ingenio o astucia, menos veremos el poder de Dios y el avance de Su reino! Es una contradicción emplear medios no bíblicos para propagar la verdad bíblica. Es igualmente peligroso emplear medios que no están garantizados por las Escrituras para cumplir con las tareas que se nos asignan en las Escrituras. Por estas y otras razones, debemos aprovechar todas las oportunidades para clavar clavos en el ataúd del pragmatismo y la sabiduría humana. Debemos ser igualmente implacables en someternos a nosotros mismos y a todos nuestros esfuerzos a las doctrinas gemelas de Sola Scriptura y la Suficiencia de las Escrituras.

1. Deuteronomio 17: 18-19: “Y sucederá que cuando él se siente sobre el trono de su reino, escribirá para sí una copia de esta ley en un libro, en presencia de los sacerdotes levitas . La tendrá consigo y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer al Señor su Dios, observando cuidadosamente todas las palabras de esta ley y estos estatutos … »

2. Oseas 4: 6

4 Comentarios

Miguel

Es una bendiciòn Estimados Hnos. en Cristo por poder contar con sus recursos bìblicos para crecer en el conoicimiento de nuestro Señor. Bendiciones para Uds. y me gustarìa saber si tienen el discipulado por Paul o hay que comprarlo. Gracias nuevamente, miguel desde Argentina


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Agustin Escobar

Hola como están! me llamo Agustín Escobar de Bs As Argentina, estoy interesado en saber mas, por favor envíeme información, muchas gracias.


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Elca Nartins

Gracias por estos recursos!


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