“Es un muestra de una maravillosa sabiduría que nuestro bien sea realizado por medios aparentemente improbables y aún opuestos, como la humillación del Hijo de Dios. Cuando Cristo estaba a punto de empezar esa gran obra de redención, Él no tomó ese método que la sabiduría de cualquier criatura hubiera pensando como el método más correcto. La sabiduría de las criaturas hubiera determinado que para lograr efectiva y más gloriosamente tal grandiosa obra, Él hubiera sido exaltado más alto, si esto hubiera sido posible, en vez de humillarse tan bajo. Reyes y príncipes terrenales, cuando están a punto de comprometerse en una gran y difícil tarea, se vestirán de su fuerza, y aparecerán in toda su majestad y poder, de manera que puedan ser exitosos. Pero cuando Cristo estuvo a punto de realizar la gran obra de redimir a un mundo perdido, la sabiduría de Dios tomó un método opuesto, y determinó que Él debía ser humillado y rebajado a un estado ruin, y aparecer en bajas circunstancias. Él no se vistió a Sí mismo con gloria, sino que la dejó a un lado. Él se despojó a Sí mismo: ‘Aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz’ (Filipenses 2:6-8). La sabiduría de las criaturas hubiera pensado que Cristo, para poder realizar esta gran obra, debía adornarse con toda Su fuerza; pero la sabiduría divina determinó que Él debía ser hecho débil, o vestir las enfermedades de la naturaleza humana.

“Y ¿por qué determinó la sabiduría divina que Él deba volverse así de débil? Fue para que el pueda ser sujeto a necesidad, y a sufrimiento, y al poder y malicia de Sus enemigos. ¿Pero entonces qué ventaja en esta obra pudiera haber sido para Él, estar sujeto al poder y la malicia de Sus enemigos? Fue el mismo designio en el cual Él vino al mundo, para vencer a Sus enemigos. ¿Quién hubiera pensado que ésta sería la manera de derrotarlos, que el se volviera débil y frágil, y que por ese mismo fin Él pudiera ser sujeto al poder y malicia de ellos? Pero ésta es la manera misma por la cual Dios determinó, que Cristo deba prevalecer contra Sus enemigos, incluso que Él debiera ser sujeto al poder de ellos, que ellos puedan prevalecer contra Él, de esta manera ponerlo en desgracia, y dolor y muerte.”

“¿Cual otra sino la divina sabiduría pudo alguna vez haber determinado, que ésta sea la manera a ser tomada, para que sea exitosa en la obra de nuestra redención? Esto hubiera parecido a la sabiduría de las criaturas como el camino más fácil que uno se pueda imaginar para ser frustrado. Pero esto ciertamente fue  el camino para el éxito glorioso, y el único camino. ‘La necedad de Dios es más sabia que los hombres’ (I Corintios 1:25). Dios ha sacado fuerzas de la debilidad, gloria de la ignominia y el reproche. La vergüenza y el reproche de Cristo son los únicos  medios por los cuales es hecho un camino para nuestro eterno honor.

“La sabiduría de Dios ha hecho de la humillación de Cristo el camino de nuestra exaltación; Su venida del cielo es lo que nos lleva al cielo. La sabiduría de Dios ha hecho vivo el fruto de la muerte. La muerte de una persona quien fue Dios, fue la única manera por la cual podemos venir a tener vida en Dios. Aquí, favor es hecho para desechar la ira; nuestra aceptación en el favor de Dios viene de la ira de Dios sobre Su Hijo. Una bendición se levanta de una maldición, nuestra eterna bienaventuranza, viene de Cristo siendo hecho una maldición por nosotros. Nuestra justicia es levantada de la culpa imputada de Cristo. Él fue hecho pecado por nosotros, de manera que podamos ser hechos justicia de Dios (II Corintios 5:21). Por tales medios maravillosos la sabiduría de Dios ha procurado nuestra salvación.” (Obras, vol.2, p.150)

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