“Nuestra salvación es enteramente de Dios y de Su amor. Es esencial que la presente de esta manera. A veces, más bien de manera ligera, la gente evangélica está tentada, y es una tentación peculiar que aquellos que son evangélicos, a poner a toda esta pregunta de la Propiciación y de la Salvación de esta manera, que es algo que el Hijo de Dios ha hecho para afectar al Padre. La idea es que el Hijo, habiendo hecho la obra, como si estuviera parado frente al Padre y le suplica, y tiene que persuadirlo para que nos perdone a la luz de lo que ha hecho por nosotros. Esa es una manera incorrecta de presentarlo, pero con frecuencia presentado de esta manera. Hay himnos que son culpables de esto mismo. Yo recuerdo claramente un himno galés el cual especialmente y explícitamente lo pone de esta manera, que el Hijo estaba allá rogando al Padre y diciendo , ‘He muerto por ellos. Oh, ¡déjalos vivir!’ Eso es sin duda una caricatura de las enseñanzas de las Escrituras.”
“Aunque debamos siempre enfatizar que la obra fue hecha por el Hijo, nunca debemos olvidar que fue el Padre quien envió al Hijo a hacerlo. ‘Dios amó de tal manera al mundo, que Él dio a Su Hijo unigénito;’ ‘Dios estaba reconciliando al mundo Consigo mismo en Cristo.’ Es siempre la acción de Dios, Dios es el impulsor; la salvación de Dios el Padre. Es equivocado presentar al Padre como si estuviera pasivo, y simplemente respondiendo a las peticiones y plegarias del Hijo para concedernos salvación y perdón basado en lo que Él ha hecho por nosotros.”
Martyn Lloyd Jones (Romanos, Cap. 5, p.104-105)